Las Pastillas del Abuelo...
A las 12.04 de la medianoche exactamente, el escenario del club Floresta y las 1500 personas que estuvimos ahí, fuimos testigos de cómo Las Pastillas del Abuelo, se alistaron y comenzaron a repartir las emociones y las historias, que cada uno de sus temas cuentan.
Arrancaron con “Los Oportunistas”, tema dedicado a cuanto “garca” anda suelto por la vida, y que previene a todo aquel que no lo sepa, del cuidado que hay que tener de este tipo de personajes sombríos.
Sepan entender, que con la adrenalina de ver a una de las bandas que mejor tipo de música hace, cantar los temas, involucrarse en una orgía –por llamarla de alguna manera- llamada “pogo” que los seguidores siempre ensayan en cada tema, me es imposible recordar el orden y todas las canciones que se interpretaron.
Pero durante dos horas y media. Si, leíste bien...dos horas y media, la banda porteña interpretó canciones como Historias, Donde Esconder Tantas Manos, Candombe de Resaca –más de uno se sintió muy tocado con la letra-, Me Juego el Corazón, José, Peldaño, Cubano (o Puta como lo conozcan mejor); Skallipso (uno de los momentos más emotivos de la noche); Como Pudo entrar en Mi; Tantas Escaleras, entre tantos otros temas.
Pero sin lugar a dudas, el cierre, fue el más emotivo de todos.
Vuelta de Tuerca, con la dedicación especial en el final a los chicos de “La 20”, que esta vez no pudieron estar, tuvo la magia de paralizar por un momento e instantáneamente devolver el movimiento al club Floresta.
No había ningún alma dentro de este reducto bendito, que no haya gritado “que se hayan inventado las Pastillas del Abuelo...” como reza este tema.
En el medio pasaron muchas cosas. Juan “Pity” Fernández, voz y líder de este grupo, agradeció a los presentes por conocer las canciones. En realidad las gracias son para él y su banda, por tener tantas letras poderosas, y aunque él mismo explicó difícil de aprenderlas, él que las sabe entiende de su significado y su valor como pieza artística musical.
Infinitas cosas se pueden escribir sobre aquello vivido en el club Floresta –bendito lugar que nos contuvo a todos los “pastilleros”-. Pero la realidad es que siempre habrá algo que no se podrá contar.
Porque ¿Cómo se puede describir un sentimiento? ¿Cómo describir la emoción? ¿Cómo transmitir la adrenalina que se vive en momentos únicos e irrepetibles?
Simplemente no se puede. Intentar contar algo como esto, es imposible. Solo el que las vive, puede saber de que demonios, estoy hablando ahora...
Y vivir esos momentos, te hacen dar cuenta que viajar desde Jujuy a Tucumán, valió la pena. Tanto para mi, como para mi compañera en esta parte de mi vida (que ojalá se instale por mucho tiempo aquí), como el grupo de amigos que llegamos hasta ese lugar, valió la pena.
Y como valió la pena...
Simplemente gracias a Las Pastillas del Abuelo, por tanta magia y por tantas historias que se desglosan en cada uno de sus temas...
sábado, 29 de agosto de 2009
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